Diálogo creencias: entre el Maestro Timoteo y Tres Discípulos

En una soleada tarde, en un tranquilo jardín lleno de árboles frondosos, el Maestro Timoteo se encuentra meditando cuando se le acercan tres discípulos, cada uno con su propio enfoque de la vida y sus creencias. El Maestro los observa con una mirada penetrante, como si pudiera ver más allá de sus palabras, en lo más profundo de sus almas. Este diálogo será un enfrentamiento de ideas, donde el Yo Cuántico y el Ego Religiosus se pondrán en juego.

Fabian el Ateo

Maestro, no creo en dioses ni en destinos predestinados. Para mí, todo lo que importa es lo que puedo ver y tocar. La vida es lo que es, y al final, la muerte lo borra todo. ¿Qué sentido tiene pensar en algo más allá de lo que es evidente?

Maestro Timoteo: Tu visión, hijo mío, es la de un camello que carga con su incredulidad como si fuera una carga más. Te has convencido de que no hay nada más allá de lo que puedes percibir con tus sentidos, pero eso mismo es una prisión. Te aferras a la idea de que la muerte es el fin de todo, porque temes lo desconocido. ¿Acaso no ves que esa misma negación te encierra en una moral de esclavos, donde la libertad que crees tener no es más que otra forma de sumisión?

Fabian el Ateo: ¿Sumisión? Pero, maestro, yo no sigo ningún dogma, no me someto a ninguna creencia.

Maestro Timoteo: Precisamente, te has sometido a la idea de que no hay nada más. Has elegido la sumisión de la negación, en lugar de la libertad de la exploración. El Yo Cuántico no teme lo desconocido, sino que lo abraza. Vive en el presente, en el eterno ahora, y se atreve a crear, a moldear la realidad según su voluntad. Al negarte esa posibilidad, te has convertido en esclavo de tu propio escepticismo.

Olga la Creyente Religiosa

Maestro, yo tengo fe. Sigo las enseñanzas de mi religión, cumplo con las normas y vivo según lo que me han enseñado. Creo en la salvación, en el premio después de la muerte, pero a veces me siento atrapada en un ciclo de culpa y arrepentimiento. ¿Cómo puedo encontrar paz en mi fe?

Maestro Timoteo: Tu fe, hija mía, ha sido un refugio, pero también una cadena. Sigues las normas con la esperanza de un premio o el temor a un castigo, pero te has convertido en un camello que se inclina para recibir cargas. Tu Ego Religiosus te mantiene sumisa, obediente, pero no libre. Has permitido que otros piensen por ti, que te digan qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, sin cuestionar si esas creencias limitan tu verdadero potencial.

Olga Creyente Religiosa: Pero, maestro, ¿no es la fe lo que me da fuerza?

Maestro Timoteo: La verdadera fuerza no viene de seguir ciegamente, sino de cuestionar, de despertar al Yo Cuántico que llevas dentro. Jesús mismo dijo que debíamos ser como niños para heredar el reino de Dios. No se refería a la inocencia, sino a la creatividad, a la capacidad de crear desde la nada, de vivir en el presente, sin la carga del pasado o el temor del futuro. Tu fe debería ser un puente hacia esa libertad, no una cadena que te ate a la culpa y al arrepentimiento. Libérate, y asume tu rol como co-creadora de tu realidad.

Herney el Hedonista

Herney Hedonista: Maestro, yo solo quiero disfrutar de la vida. No me complico con religión o filosofía. Mi objetivo es estar bien, vivir cómodamente, y no preocuparme por lo que vendrá después. ¿Acaso hay algo de malo en eso?

Maestro Timoteo: Tu vida es cómoda, pero ¿es libre? Te has convencido de que la comodidad y el placer son el máximo logro, pero en realidad, te has convertido en esclavo de tus propios deseos. Como el camello que se inclina, has aceptado las cargas que la sociedad te impone: el éxito material, el placer inmediato, la satisfacción de lo superficial. Pero, ¿qué ocurre cuando esas cosas desaparecen? ¿Qué queda de ti?

Herney el Hedonista: ¿Por qué debería preocuparme por eso? Mientras esté bien ahora, eso es lo que importa.

Maestro Timoteo: Importa, porque te has negado la posibilidad de algo más. El Yo Cuántico no se conforma con lo inmediato, con lo efímero. Vive en el eterno presente, pero lo hace desde un lugar de creatividad, de co-creación consciente. No teme perder lo que tiene, porque sabe que puede crear algo nuevo en cualquier momento. Al aferrarte solo a lo material, has ignorado la verdadera libertad: la de ser el autor de tu propia realidad, no un esclavo de tus circunstancias.

Maestro Timoteo: Cada uno de ustedes ha elegido un camino que, aunque diferente, los mantiene encadenados. Fabian se ha sometido a la negación, Olga a la culpa, y Herney al placer superficial. Pero todos comparten una cosa: han renunciado a su poder como co-creadores de su realidad.

Maestro Timoteo: El Yo Cuántico no teme, no se somete, no se conforma. Es libre, creativo, y vive en el presente eterno. Es un dios con minúscula, responsable de su vida, capaz de transformar su realidad según su voluntad, en sintonía con el campo cuántico, con la supraconsciencia. La elección es suya: continuar en la comodidad de sus creencias y deseos limitantes, o despertar a su verdadero potencial como creadores conscientes.

El silencio que siguió a las palabras del maestro resonó en el jardín, mientras los discípulos, cada uno inmerso en sus pensamientos, comenzaban a cuestionar su propio camino. ¿Serían capaces de despertar a su Yo Cuántico y asumir la responsabilidad de su realidad, o continuarían cargando con las pesadas cadenas de sus propias limitaciones?


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